Reflexión sobre transformación social, justicia de género e innovación para el cambio sistémico, escrita por Fabiola Aguilar, fundadora y directora ejecutiva de Nexus for Social Advancement.
Crecí en un hogar conformado por mujeres, y desde muy pequeña, mi mayor admiración fue —y sigue siendo— hacia mi madre. Para mí era normal verla desempeñarse en múltiples roles al mismo tiempo, como si el día tuviera más de 24 horas. Era una profesional destacada, una cuidadora incansable, una madre presente, firme y amorosa, una disciplinaria justa, psicóloga intuitiva, administradora del hogar impecable… y también, una esposa que supo —con valentía silenciosa— cuestionar y romper moldes que no le hacían justicia.
Ver a esa mujer malabarista, cumpliendo cada uno de estos papeles con amor, compromiso y entrega, me inspiró desde la ternura de la infancia. Pero fue más tarde, desde el entendimiento crítico de la adultez, que comprendí la carga que implicaba, y me cuestione, quien le cuido a ella en esa etapa de vida dedicada a la crianza?. Cuidar sin medida, sin red, sin reconocimiento, es una forma profunda de abandono hacia una misma. Y eso pasa factura: física, emocional, mental, vital.
Mi madre me enseñó —no con discursos, sino con su ejemplo— que las mujeres somos capaces de sostenerlo todo, pero que no por eso deberíamos hacerlo solas. Me enseñó que también tenemos derecho a cuidarnos, a decidir, a descansar, a no tener que demostrar todo el tiempo que podemos. Aprendí de ella que la fuerza femenina no es deber, es elección; no es sacrificio, es dignidad. Y que cuando esa elección se ve coartada por un sistema que no nos protege, no es virtud: es injusticia estructural.
En aquel entonces, bastaba con que el hombre “cumpliera” con su rol de proveedor para ser aplaudido, como si estuviera haciendo un favor. Nadie cuestionaba que su “obligación” venía acompañada de privilegios estructurales. Pensar en corresponsabilidad era impensable. Mientras tanto, las mujeres entregaban su cuerpo, su tiempo y su energía para sostener el mundo —sin sueldo, sin descanso, sin aplausos.
Esa experiencia personal transformó mi forma de ver el mundo. Me reveló que lo personal siempre es político. Y que si queremos una sociedad más justa, necesitamos empezar por mirar con honestidad quién cuida, cómo se cuida, y quién paga el costo de que el cuidado siga siendo invisible.
📊 Cuando los datos incomodan
Por eso, cuando hoy veo a las mujeres bolivianas salir cada mañana a sostener a sus familias —muchas desde la informalidad, muchas sin redes, muchas con sueños postergados—, siento una profunda conexión. Esa escena cotidiana no es un acto individual: es una expresión colectiva de resistencia, de sostenibilidad de la vida, de feminismo en acción. Porque cuidar también es un acto político. Y porque solo si transformamos el sistema de cuidados, podremos hablar verdaderamente de igualdad, de justicia, de democracia.
Este llamado no es exclusivo de Bolivia. Es un eco que recorre toda América Latina, donde el trabajo de cuidados no remunerado representa, en promedio, entre el 15% y el 25% del PIB de los países, si se le asignara un valor económico. Las mujeres latinoamericanas dedican, en promedio, tres veces más tiempo que los hombres al cuidado no remunerado, lo que limita severamente su autonomía económica, su tiempo libre y su participación en la vida pública.
Aunque en algunos países se han logrado avances significativos, la deuda histórica sigue siendo profunda. Uruguay es pionero con su Sistema Nacional Integrado de Cuidados, aprobado por ley en 2015, que incluye servicios públicos para la infancia, personas mayores y personas con discapacidad. Costa Rica, por su parte, implementó la Red Nacional de Cuido y Desarrollo Infantil, enfocada en niños y niñas de 0 a 12 años, articulando gobiernos locales y sociedad civil. En Argentina, el reconocimiento del cuidado como derecho fue incluido explícitamente en el Plan Nacional de Igualdad, mientras que Chile avanza con su propuesta de Sistema Nacional de Cuidados con enfoque de género y territorial.
Un ejemplo inspirador de articulación territorial es el del departamento de Cochabamba en Bolivia, que en junio de 2025 se convirtió en pionero al avanzar hacia la primera Ley Departamental de Cuidados en Bolivia. Esta propuesta normativa busca institucionalizar un modelo más justo, sostenible y corresponsable de organización del cuidado, alineado con la Política Nacional de Cuidados 2021–2031, aprobada por el Estado boliviano en 2022.
Este esfuerzo no surge del vacío. Investigaciones desarrolladas en ocho municipios cochabambinos (como Cochabamba ciudad, Colcapirhua y Arbieto) han evidenciado que el trabajo de cuidado —especialmente en hogares migrantes— recae de forma desproporcionada sobre las mujeres, limitando su participación laboral, educativa y política. Estos diagnósticos territoriales, sumados a foros y espacios de deliberación con actores públicos y sociales, han permitido visibilizar la urgencia de avanzar hacia un sistema de corresponsabilidad entre Estado, hombres, comunidad y empleadores.
Cochabamba también ha participado activamente en iniciativas de gobernanza del cuidado, como los espacios impulsados por ONU Mujeres, y se encuentra en el proceso de diseño de mecanismos institucionales que permitirán articular servicios municipales y departamentales en el futuro.
Aunque aún no existen servicios consolidados específicos a nivel municipal, este paso legislativo representa un hito histórico para Bolivia y un ejemplo replicable en otras regiones del país. Y no es menor: se estima que las mujeres mueven más del 70% de la economía popular y comunitaria del país. Sin embargo, ese protagonismo económico convive con la sobrecarga del trabajo de cuidados no remunerado, que limita profundamente sus oportunidades de desarrollo, autonomía y bienestar.
🔍 Según el estudio “Transitar hacia la sociedad del cuidado”, las mujeres en Bolivia dedican en promedio 28,5 horas semanales al trabajo de cuidados no remunerado, mientras los hombres solo 12,5 horas. Esto significa que el 83,5% de este trabajo recae sobre las mujeres, impactando directamente en su acceso al empleo, a ingresos dignos, a la salud mental y al tiempo libre.
Lo más preocupante es que Bolivia aún no cuenta con un sistema integral de cuidados con gobernanza clara, institucionalidad consolidada ni presupuesto sostenible.
💡 ¿Qué hacemos con esta realidad?
En un contexto de creciente reconocimiento del cuidado como un pilar fundamental para la sostenibilidad de la vida y la garantía de derechos, las organizaciones de la sociedad civil han sido actores clave en la construcción y visibilización de una agenda transformadora en torno a la corresponsabilidad social del cuidado. La presentación oficial de la Política Nacional de Cuidados representa un hito importante en este proceso, consolidando años de incidencia, articulación territorial y trabajo colectivo liderado por espacios como el Centro de Promoción de la Mujer Gregoria Apaza (CPMGA), la Coordinadora de la Mujer y la Plataforma Nacional de Corresponsabilidad Social y Pública del Cuidado.
Este evento, respaldado por organizaciones internacionales como ONU Mujeres, la OIT, CIUDADANÍA, Alianza por la Solidaridad ActionAid e INSP!R Bolivia, evidencia la capacidad de la sociedad civil para promover marcos de política pública sensibles a las desigualdades estructurales, especialmente aquellas que afectan a mujeres indígenas, trabajadoras del sector informal y jefas de hogar. La presencia del Ministerio de Igualdad de Oportunidades en este acto institucional refuerza la importancia de una respuesta estatal coherente con sus compromisos en materia de derechos humanos, igualdad de género y justicia social.
Más que una declaración programática, la Política Nacional de Cuidados simboliza una conquista ciudadana que interpela al Estado a fortalecer un sistema de cuidados con enfoque interseccional, redistribuyendo responsabilidades entre Estado, sociedad y familias, y reconociendo el cuidado como un derecho colectivo y una prioridad pública.
Desde Nexus for Social Advancement, creemos que los datos no deben quedarse en los informes: deben inspirar acción real, en políticas públicas viables, cocreadas y sostenibles. La investigación aplicada es ese puente entre el conocimiento y la transformación. Pero no basta con diseñar desde arriba. Es urgente repensar lo que hacemos desde lógicas colaborativas, inclusivas y con enfoque territorial.
Como plantea Geoff Mulgan, “la innovación social ocurre cuando cambiamos no solo lo que hacemos, sino cómo lo hacemos, y quiénes lo hacen”.
🤝 Co-crear con los territorios
No imponer desde arriba, la transformación del sistema de cuidados no será efectiva si no se construye con quienes ya cuidan todos los días: madres, abuelas, lideresas comunitarias, gobiernos locales y redes vecinales. Estos actores no deben ser simples receptores de políticas: deben ser protagonistas del diseño, implementación y evaluación.
Un ejemplo esperanzador es Cochabamba, el primer departamento del país que impulsó una ley municipal de cuidados. Este hito fue logrado gracias al liderazgo del Gobierno Autónomo Municipal de Cochabamba y la articulación con diversas organizaciones sociales, con el acompañamiento de ONU Mujeres Bolivia, como parte del programa regional para el fortalecimiento de sistemas de cuidado. Esta normativa pionera representa una apuesta concreta por una sociedad más equitativa, corresponsable y justa.
Construir un sistema de cuidados en Bolivia no es solo una tarea técnica, ni exclusivamente de género: es una oportunidad histórica para redefinir nuestras prioridades sociales, económicas y humanas. Si logramos unir evidencia científica, innovación social y cocreación territorial, podremos diseñar políticas públicas que redistribuyan el tiempo, reconozcan el trabajo invisibilizado y dignifiquen el acto de cuidar como un derecho, no como un sacrificio solitario.
Construir redes, co-crear cuidados, transformar desde las nuevas masculinidades
Desde Nexus for Social Advancement, creemos que la transformación del sistema de cuidados no puede desvincularse de una visión más amplia de innovación social y justicia estructural. Por eso, la articulación entre el enfoque de género, el desarrollo territorial y las nuevas masculinidades resulta crucial para impulsar un cambio sistémico sostenible.
En este camino, nuestra participación activa y siendo socias en el Directorio de Mujeres Líderes de América en Bolivia MLA - Angela ha sido un espacio estratégico para profundizar en estos desafíos. Durante nuestro reciente conversatorio “La importancia de tejer redes de conexión”, pusimos sobre la mesa un análisis clave: no habrá corresponsabilidad real si no revisamos críticamente los modelos tradicionales de masculinidad que siguen asociando el cuidado con lo femenino y perpetuando cargas desiguales.
Abordar las nuevas masculinidades como parte del debate sobre cuidados no es accesorio: es una condición para la redistribución real del tiempo, el poder y el reconocimiento. Esto implica formar, sensibilizar y convocar activamente a los hombres a asumir roles de cuidado no como ayuda, sino como corresponsabilidad ética y ciudadana. Al mismo tiempo, reconocer y fortalecer las redes comunitarias de mujeres no puede reducirse a proveer servicios, sino que debe partir de su liderazgo y conocimiento situado.
Desde esta perspectiva, tanto Nexus for Social Advancement como el Directorio de Bolivia Mujeres Líderes América —del cual formamos parte activa como red de lideresas profesionales, empresarias y agentes de cambio comprometidas con la transformación social— nos sumamos decididamente a la apuesta emergente por un Sistema Nacional de Cuidados en Bolivia. Este directorio, liderado por Claudia Erika Cortez Sanchez , Jimena Sainz , Silvia Oquendo , Catherine Heather Zuazo Avila y quien suscribe, impulsa una visión colectiva e interseccional que reconoce el cuidado como un pilar para la igualdad y la sostenibilidad de la vida. Apostamos a que el diseño de políticas públicas se base no solo en evidencia rigurosa, sino también en la escucha activa de quienes cuidan y resisten cada día, con el firme compromiso de co-crear soluciones desde los territorios.
Vemos este proceso no solo como una reforma técnica, sino como una oportunidad histórica de cocreación colectiva, interseccional y territorial. Apostamos a que el diseño de políticas públicas se fundamente en evidencia rigurosa, sí, pero también en la escucha activa y respetuosa de las voces de quienes cuidan y resisten cada día. Porque solo integrando el conocimiento técnico con la sabiduría de los territorios podremos construir un sistema de cuidados que sea verdaderamente justo, corresponsable y sostenible.
La innovación social ocurre en los territorios. Y si hablamos de cuidar la vida, el conocimiento más transformador está en quienes la sostienen cotidianamente, aunque aún no tengan nombre en las leyes ni salario en las estadísticas
📖 Esta reflexión se inspira en el estudio “Transitar hacia la sociedad del cuidado para alcanzar la autonomía económica de las mujeres en América Latina y el Caribe”, elaborado por WSM – Red INSP!R América Latina y el Caribe, con el respaldo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Este documento ofrece una mirada profunda sobre cómo avanzar hacia modelos de desarrollo más justos, reconociendo el cuidado como un motor de igualdad y autonomía para las mujeres de la región. https://csa-csi.org/wp-content/uploads/2025/01/Documento-Transitar-Hacia-la-Sociedad-del-Cuidado-Para-Alcanzar-la-Autonomia-Economica-de-las-Mujeres-en-ALyC.pdf
Además, te invitamos a conocer la propuesta nacional contenida en el estudio “Lineamientos para una política pública de cuidados: hacia un sistema nacional integral”, una valiosa contribución de la Plataforma Nacional de Corresponsabilidad Social y Pública del Cuidado. Esta propuesta concreta sienta las bases para construir un sistema de cuidados con enfoque de derechos, interseccionalidad y corresponsabilidad social. https://lac.unwomen.org/sites/default/files/2023-10/lineamientos_cuidados_-_final.pdf
Ambos estudios son insumos clave para quienes desean aportar a la transformación estructural del sistema de cuidados en Bolivia y América Latina. Súmate al cambio: infórmate, difunde y actúa.